Insumisión política y judicial
En el gran teatro judicial encontramos enormes injusticias. Si pensamos representar el papel que se nos ha asignado debemos saber que estamos en una clara desventaja frente a los mecanismos del Estado. Si la maquinaria judicial y punitiva ha sido creada para controlar y criminalizar al pueblo, manteniendo intocable un sistema que comete opresiones y desigualdades, entonces qué sentido tiene presentarse a un juicio y tratar de aportar pruebas. Parece necesario pararse a reflexionar sobre la llamada "lucha judicial” y plantearse la posibilidad de hacer las cosas de otra manera, de analizar los riesgos que queremos asumir a nivel personal y cuál es nuestra posición política ante el sistema judicial y represivo; qué podemos hacer a nivel colectivo y ver hasta qué punto es posible la acción política, creativa y empoderante. Todo esto, sin entrar a cuestionar las decisiones que se hayan tomado en el pasado, ni dar a entender que la solución sea la insumisión a los juicios -pues entendemos que con o sin juicio, la represión continúa.
Tomar una postura de desobediencia ante la aplicación de las leyes sería, por ejemplo: negarse a entregar la identificación -individual o colectivamente- cuando la solicitan los agentes; oponerse a un desalojo, jugando al escondite o a “arrancar cebollas”; decidir no declarar, o negarse a responder las preguntas del fiscal; desobedecer la aplicación de las penas multa y negarse a pagarlas; evitar el ingreso en prisión, no entrando voluntariamente; rechazar el indulto que presupone el reconocimiento del delito; vivir en clandestinidad hasta que el delito prescriba o prescriba la pena, etc.
En resumen, pensar en el ordenamiento jurídico como en un espectáculo donde es posible subvertir el papel que se nos ha designado. En este sentido veríamos procesos judiciales en los que lxs acusadxs no se esfuerzan en defenderse contra el contenido del juicio sino contra el hecho del juicio en sí, poniendo en ridículo el proceso mismo de juzgar y el medio de administrar la justicia, utilizando para ello tanto gestos teatrales como la exposición de ideas y argumentos. Así hay quien le ha puesto sal y pimienta, mediante el ingenio, la sátira o el sentido del humor, con convicción, ridiculizando los procesos, desobedeciendo las directrices, remarcando que se trata de juicios políticos, atacando el medio y no sólo el contenido.
Sea como fuere, no dejemos de reflexionar a la hora de encarar un proceso judicial, ante el que no está de más preguntarse ¿qué se quiere transmitir con una posición de desobediencia? ¿qué consecuencias legales puede tener? ¿es posible contrarrestar esas consecuencias con su uso colectivo?.
¡Enfrentemos nuestros miedos y exploremos nuestras posibilidades!
Anexo documentos: